Lo que dejó el conflicto de los municipales en Jesús María

Jesús María.
Después de 14 jornadas de incertidumbre y tensión, la intendenta Mariana Ispizua logró forjar un acuerdo con el Sindicato de Trabajadores Municipales. Obtuvieron un incremento salarial y los días de huelga no serán descontados en dinero sino que tendrán que ser "devueltos" a requerimiento del Ejecutivo y antes del 15 de diciembre. Pero el proceso desnudó algunas situaciones que no queríamos dejar pasar. 




El conflicto de los municipales dejó abiertas algunas heridas que no cicatrizarán tan fácil. Quedó demostrado que dentro del gremio hay una enorme grieta, pero también que los nuevos dirigentes tienen una postura mucho más dura y contundente ante los reclamos que consideran justos.
El paro de 14 días que tiene escasos antecedentes en Jesús María, comenzó casi sorpresivamente para las autoridades del Ejecutivo Municipal, que llegaron incluso a tildarlo de "ilegal". Hacía varios días que el gremio había solicitado una reunión con la intendenta Mariana Ispizua pero no pudo concretarse.
En medio de las discusiones la jefa comunal reclamó que fue una medida intempestiva, sin siquiera dar lugar al comienzo de un diálogo.
Lo cierto es que hacía varias semanas que desde el Sindicato de Municipales estaban emitiendo comunicados y panfletos que denunciaban la situación salarial de muchos agentes que no llegaban a los 10.000 pesos de sueldo.
Fueron días difíciles para ambas partes, dado que las autoridades se vieron limitadas a la hora de prestar los servicios en la ciudad, además del fuerte llamado de atención que significó un paro de semejante envergadura.
Los trabajadores tampoco la pasaron bien, no sólo por la cantidad de días y noches de acampe, sino porque en algún punto tuvieron que confrontar con sus propios compañeros que no estaban sumados al paro.
Hubo acusaciones de todos los tipos y colores, pero quizá el hecho más serio fue la denuncia, al menos mediática, de la intendenta Ispizua, que llegó a decir que los obreros tenían algo en contra de ella, particularmente por su condición de mujer. Esto fue negado rotundamente por los huelguistas, que a pesar de todas las presiones siguieron adelante.
El momento más complicado fue el "desalojo" de los trabajadores que permanecían bloqueando la puerta del Obrador Municipal. Era la primera vez en mucho tiempo que la Policía y las fuerzas especiales como el Eter y la Infantería actuaron para garantizar la salida de los vehículos municipales. Esto en el marco de toda una logística que se diseñó junto a los funcionarios del Ejecutivo.
Para muchos de quienes lideraron la protesta fue casi una herida de muerte en el marco del conflicto, pero otros se pusieron de pie nuevamente y decidieron seguir adelante.
Pasaron dos días más hasta que finalmente Ispizua decidió volver a reunirse con los delegados sindicales y se llegó a un acuerdo salarial. Los números no conformaron a todos, pero al menos fue tomado como un paliativo por la crisis.

Nuevos líderes. 

Lo más llamativo del conflicto fue que la misma titular del gremio de municipales, Mirtha Brown, sólo participó de la asamblea en la que se declaró el paro por tiempo indeterminado. Luego permaneció alejada de la protesta y extraoficialmente trascendió que fue por motivos de salud.
Pero detrás de esa ausencia tan notable se hizo evidente la grieta dentro del Sindicato, que semanas antes del paro tuvo episodios de muchísima tensión en asambleas en las que se cuestionó a la cúpula gremial e incluso algunos deslizaron que la intención era desplazar a Brown de la Secretaría General.
El conflicto ratificó esas diferencias internas y fortaleció a algunos dirigentes que hasta el momento estaban en un plano secundario.
Es el caso de Yolanda Peñaloza y Roberto Rojas, que encabezaron la medida de fuerza y se convirtieron en los líderes espontáneos de la protesta que no sólo consistió en un paro, sino también en una fuerte movilización de las bases, integradas por un diez por ciento del personal de la Municipalidad.
También es preciso mencionar a Mónica Nielsen, que sin siquiera ser parte del Sindicato de Municipales fue una pieza crucial en muchos tramos del conflicto.
Ahora habrá que esperar para ver cómo se reorganiza el gremio, que no puede continuar en una situación de distanciamiento entre los trabajadores y los dirigentes.
Por lo demás, quedó demostrado que los nuevos líderes sostienen una postura mucho más dura contra el Ejecutivo Municipal y esto no pasará desapercibido para quienes gobiernen la ciudad. Como se expresó en este mismo espacio, el nivel salarial de los trabajadores municipales es una bomba de tiempo que sólo podrá desactivarse si hay soluciones de fondo.

Ispizua en soledad. 

La intendenta Mariana Ispizua fue otra de las protagonistas en esta historia, ya que en menos de un año tuvo que enfrentar dos paros importantes y hacerse cargo de una factura que no era propia.
En este último conflicto se puso a la cabeza de las negociaciones para destrabar la medida de fuerza y fue adaptando su postura a los acontecimientos.
Desde la denuncia de violencia hasta las presentaciones judiciales que derivaron en el desalojo de los obreros, culminando con la negociación personal con los dirigentes gremiales. Su presencia fue lo que logró calmar las aguas y forjar el acuerdo que hizo que todos regresaran a trabajar.
Aunque en algunos momentos se mostró con los referentes más importantes del gabinete, también fue notable que en otros actuó en soledad.
Demostró que es una mujer fuerte, capaz de enfrentar una crisis que parecía no tener fin dentro del municipio, pero también debió pagar el costo político.
El conflicto de los municipales tendrá algunas otras derivaciones que seguramente surgirán en los próximos meses, pero por el momento regresó la calma.




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