Ella es un cadáver

Argentina. 
Todos la quieren muerta, encarcelada, silenciada, alejada del poder y de la gente. Pero resuena cada vez más en multitudes que sólo quieren abrazarla. Será por eso que se empeñan en tratar de exterminarla de todas las maneras posibles. 

"Ella es un cadáver", se esfuerzan en decir sus detractores, anticipando un final escrito de mil maneras distintas pero que parece nunca llegar.
Está tan muerta que nadie logra dejar de pensar en ella, en sus palabras, en su forma de hacer las cosas, en su manera de hablar y de reír.
Su agonizante trajinar no deja de inquietar a quienes miran a través de las pantallas ese cortejo que la acompaña a cada lugar donde va.
Aunque muchos quisieran terminar de una buena vez con su sufrimiento, prefieren esperar para que caiga sola y olvidada en el más profundo de los ostracismos.
Pero aunque tiene sus horas contadas en millones de páginas escritas en "letra de molde" y en libros enteros, todavía no le ha llegado el día del juicio final.
Es una muerta bastante extraña, que no deja de renacer en miles de banderas y corazones que cada vez que la tienen cerca laten más fuerte y resuenan como tambores en las impávidas miradas de quienes están esperando su último aliento.
Nadie podría negar que ella es un cadáver, sólo un recuerdo lejano de un tiempo que ya no volverá.
Tal vez sólo es esa nostalgia la que aún la mantiene de pie a pesar de todo.
Es mentira que le dio derechos a las minorías, que se encargó de que ningún chico vuelva a nacer desprotegido, de que los jubilados tengan dos aumentos anuales, de que los criminales que exterminaron a una generación entera hayan sido juzgados, de que los que menos tienen sintieran que a alguien le importaban. Eso es una farsa, una ilusión.
Ella sólo fue capaz de saquear al Estado, el mismo que desendeudó; ella sólo fue capaz de robar y hasta tienen en su prontuario varios muertos por los que tendrá que dar explicaciones.
Esa, esa maloliente mujer que fue capaz de enfrentarse a los poderosos, a los que verdaderamente sostienen la economía. Ella, esa insignificante sureña tuvo la insolencia de querer sacarles privilegios. ¿Pero quién se creyó que era? ¿Pensó que iba a poder?
Afortunadamente ya es un cadáver, un mal sueño que todos prefieren olvidar, pero que no deja de volver noche tras noche en forma de pesadilla.
Muchos incluso hasta cavaron la fosa donde quieren escupir cuando la entierren.
Ella no es más que eso, un cadáver que respira en la multitud.

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