Tentando a la muerte

Jesús María. 

En los últimos días hemos asistido a dos accidentes protagonizados por menores de edad a bordo de motocicletas de gran porte. En uno de los casos, se perdió una vida muy joven y en el otro, sólo queda rezar. 


Jesús María y Colonia Caroya son dos ciudades que en los últimos años han sido protagonistas de un crecimiento enorme en todos los aspectos. Pero como ocurre siempre, con el crecimiento vienen algunos problemas en los cuales hay que trabajar de manera urgente.
Las autoridades de ambos municipios aseguran que están haciendo controles, que están elaborando estrategias para combatir todos los inconvenientes que van surgiendo, pero a veces parece que ese esfuerzo fuera insuficiente.
El tránsito es una de las consecuencias del mencionado crecimiento, con una explosión de motocicletas que inundan las calles y generan un riesgo permanente para quienes transitan las distintas arterias.
Lo peor del caso es que en muchas de esas motos, circulan menores de edad. A veces sin carnet de conducir, ni casco protector, y otras con carnet de conducir autorizado por los padres, que se hacen "responsables" por lo que ese adolescente pueda ocasionar al circular en la vía pública.
El miércoles pasado, un joven de 17 años a bordo de una moto chocó a una joven de 24 años que se cruzó en bicicleta. Ocurrió en la esquina de las calles 46 y 5 de Colonia Caroya.
Las dos arterias fueron pavimentadas recientemente y se han convertido en una verdadera "pista de carreras", según lo que apuntan los vecinos del sector.
Lo cierto es que a consecuencia del fuerte impacto, la ciclista murió. Una familia quedó destrozada por un hecho irrecuperable. Ahora habrá que ver en qué condiciones estaba manejando la motocicleta el menor que provocó el siniestro.
El sábado a la mañana, un joven, también de 17 años, a bordo de una moto, chocó un Citroën C4 que iba ingresando a barrio La Florida por la arteria homónima desde Ruta 9 Norte.
Tras el choque, el adolescente fue trasladado al Hospital Regional Vicente Agüero y luego derivado a Córdoba Capital.
Se encuentra en un grave estado y su familia está rezando para que se recupere.
En los dos casos están involucradas vidas muy jóvenes que parecen no haber tomado conciencia de todo lo que queda por vivir, de todo lo que ofrece el mundo para quienes están dispuestos a disfrutar de cada momento, sin el apresuramiento por buscar nuevas experiencias que al final de cuentas, no tienen sentido.
Uno se pregunta, qué nos está pasando que como padres permitimos que nuestros hijos adolescentes, circulen en motocicleta. Qué nos está pasando que no evaluamos los riesgos y sólo esperamos para llorar las consecuencias.
Ahora es tarde para poder volver atrás, pero hay tiempo para poder avanzar hacia adelante y comenzar a hacer mejor las cosas.
Mi reflexión no sólo apunta a las autoridades, que deberán ejercer un mayor y mejor control en las calles, sino que también va dirigido a la familia.
Es allí, en ese núcleo íntimo, donde tenemos que poner el énfasis para poder cambiar las cosas realmente; no hay ningún inspector de tránsito que pueda dar mejor consejo que un padre, mejor abrazo que una mamá.
Sólo pido que cuidemos la vida y no tentemos a la muerte a cada instante.

Nicolás Luque


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