Ya no cuento los días

Bronca, angustia, dolor, nostalgia, soledad, ansiedad, desazón.... son algunas de las sensaciones que me invaden cada vez que pienso en vos.
Hoy estarías cumpliendo 66 años y para mí es una fecha que remueve una herida abierta, una ausencia que me quiebra el pecho y la garganta.
Hace pocos días escuché a alguien decir que es cuando perdemos a alguien es casi imposible no tenerlo presente casi todo el tiempo, y me sentí profundamente identificado.
Es que estás en mí a cada paso y con cada cosa que hago siento que me faltás, que no estás.
Tal vez es porque te excediste en la dosis de amor necesaria, o exageraste los cuidados que un hijo necesito.
Cada mañana al levantarme o cada noche, cuando te sueño incansablemente, me pregunto si hice lo suficiente, si estuve a la altura de las circunstancias, si en algún momento tomé realmente conciencia de lo que te estaba pasando.
Eso me atormenta y no tengo una respuesta, no tengo siquiera a quien preguntarle.
Pero siempre trato de recordarte en momentos felices, en anécdotas risueñas, como casi todas las que tengo con vos.
No escribo mucho sobre vos porque me cuesta hablarte en pasado, porque me cuesta entender que no vas a leer estas palabras, porque me cuesta no tenerte.
El amor es cosa extraña, porque a veces no lo sentimos en toda su intensidad, o no comprendemos su torrente maravilloso, hasta que desborda, hasta que nos inunda en una cantidad que ni siquiera el corazón puede soportar; creo que eso es lo que me pasa, que el amor que te tengo y te tuve siempre fue tan enorme que no supe qué hacer con él.
Pero tampoco me arrepiento de nada, porque sé que te dí todo y sé, sobre todas las cosas, que vos sabés eso.
Te amo profundamente y al mismo tiempo te odio por haberte ido así, tan repentinamente, sin darnos tiempo a hacer nada.
Mi consuelo es que seguramente ocupás un lugar de privilegio en el cielo, que está reservado para los grandes hombres, como vos; solamente espero porque emular en parte, todo lo que fuiste, porque atesoro todas tus enseñanzas, que llevaré conmigo hasta la eternidad.
Antes contaba los días, las semanas, las horas, pero ahora ya no, sólo te extraño y no puedo desprenderme de la tristeza, pero como hiciste siempre en tu vida, le pongo el pecho a todo y sigo adelante, sobre todo por la mami y los "pirringos", como le decías a los bebés, que están más hermosos que nunca.
Ya no cuento los días sin vos, porque estás conmigo siempre.

Cuidate viejo.

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